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Alimentación Complementaria

4 enero, 2022

Cuando tocamos el tema de la alimentación complementaria, nos referimos a una etapa trascendental en la vida de un ser humano. Todo lo que hagamos bien servirá como una hoja de ruta para toda la vida de nuestros bebés, futuros adultos.

Empiezo de esta manera porque hemos simplificado la alimentación complementaria a solo obligar a comer. Así, hacemos lo que sea porque los bebés terminen todo el plato, generando nosotros mismos o la familia tanta presión que, si no la controlamos, los niños desarrollan una mala relación con el alimento, lo que a largo plazo casi siempre trae consecuencias como por ejemplo selectividad por algunos alimentos, comer por ansiedad, etc. Por eso es importantísimo que como padres sepamos seguir el ritmo de nuestros hijos aplicando esta filosofía para todo el proceso, que involucra tanto madurez digestiva e intestinal, como madurez física.

“No importa que método sea mejor o peor. Lo que importa es que escojamos el que nos haga sentir seguros, felices y en el que elijan, jamás obligar al bebé a comer”

Los requisitos para dar inicio a esta etapa son:

1. Tener curiosidad por el alimento.

Éste es quizás el requisito más importante para iniciar la alimentación complementaria, ya que indica que se ha alcanzado la madurez del sistema digestivo a nivel enzimático. Esto provoca apetito, curiosidad por comer, abrir la boca cada vez que se acerca algún alimento y hasta salivar.

2. Tener alrededor de seis meses.

Durante los seis primeros meses la lactancia materna es el alimento que cubre todos los requerimientos nutricionales de un niño. A partir de esa edad y a veces antes, los requerimientos nutricionales aumentan y paulatinamente el niño quiere comer un poco más. Eso sí, nunca se debe iniciar la alimentación complementaria antes de los cuatro, ni después de los nueve meses.

3. Poder sostener la cabeza erguida y el tronco ya sea sentado o apoyado.

El control cefálico se logra entre el segundo y cuarto mes de vida y sentarse con o sin apoyo entre el quinto y séptimo mes. No es un mes puntual, algunos antes y otros después.

4. Perder el reflejo de extrusión.

Éste reflejo se caracteriza porque el niño saca la lengua al sentir cualquier textura sólida diferente a la que estaba acostumbrado, que es la leche. Muchas veces este acto, es confundido como si el niño presentara asco por algún alimento; esto no es así. La única forma de perderlo es con el entrenamiento, es decir dándole de comer.

Una vez que el niño cumple con estos requisitos, la duda de los padres se centra en cómo le doy de comer y qué le doy de comer.

Existen tres formas de dar de comer. Una se llama a Baby-led weaning o alimentación controlada por el bebé, donde uno ofrece alimentos estrujables, es decir blandos, para que el bebé los coja y los aplaste, los huela y posteriormente con paciencia, los coma.

Otro método es el clásico de la papilla, creo que no necesita mucha explicación, pero si algunas recomendaciones: es mejor darle de comer alimentos por separado versus todo mezclado, ya que al mezclar no se aprovechan los sabores, texturas y colores del alimento; y la segunda recomendación es que alrededor de los 10 meses el niño ya debe comer entero o aplastado y no papilla; caso contrario pueden aparecer problemas de selectividad (quisquilloso para comer) o de masticación.

El tercer método es la mezcla de ambos, qué es lo que la mayoría de los papás en el mundo hacen.

Aquí no importa que método sea mejor o peor. Lo que importa es que escojamos el que nos haga sentir seguros, felices y en el que elijan, jamás obligar al bebé a comer.

Entre los seis y los nueve meses el niño prueba, saborea, estruja y a veces come. La leche ya sea materna o fórmula, sigue siendo su principal fuente de alimento, por eso no debemos presionarlo caso contrario odiará la comida y todo lo relacionado a ella, hasta incluso la silla de comer.

Es importante tener en cuenta qué alimentos no deben ofrecerse en este periodo:

  • Jugos de fruta, el niño para calmar la sed requiere agua o leche; los jugos de fruta aportan una cantidad innecesaria de azúcar, al contrario, pueden asociar calmar la sed a un líquido dulce.
  • Leche entera y derivados, estos pueden introducirse después del año de vida.
  • Ningún alimento que pueda causar asfixia (en términos prácticos, nada que tus dedos no puedan aplastar fácilmente).
  • Azúcar, miel, panela, agave, estevia ni nada que genere esa dependencia casi adictiva al sabor dulce, que muchas veces de adultos nos cuesta romper.
  • Sal, ya que tanto la leche materna como la fórmula y los pocos alimentos que ingiere, cubren los requerimientos de sodio necesarios.

Cómo ven la alimentación complementaria más que una estructura cuadriculada, es un conjunto de recomendaciones para que el niño se lleve bien con el alimento durante toda su vida; obviamente basada en alimentos nutritivos, aceptados culturalmente y que cubran todos los requerimientos de sus cuerpos en crecimiento.

Dr. Roberto Somocurcio CMP: 045786